Así iba yo el 14 de febrero cuando en madrid comenzaba a caer una lluvia ácida, quedando atras tantos días de contaminación y alergias. De repente, lo vi. Estaba esperándome, así que me acompañó hasta casa. Yo, ahora sí que estaba contenta. La felicidad completa si no hubiese tenido roto en mango. Pero eso se puede arreglar. Seguro que el paraguas lucirá estupendo en la mano de una dulce princesa. Recoger antes de que deje de llover, porque si no, lo anunciaré como sombrilla.
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